SAN ARTEMIDE ZATTI, FARO QUE ILUMINA A LA COMUNIDAD MUNDIAL DE ENFERMERÍA

Imagen: San Artemide Zatti (Artémide Gioacchino Desiderio María Zatti Vecchi), representación ubicada en un altar lateral de la Basílica María Auxiliadora y San Carlos, Buenos Aires. Se lo presenta como figura central,} acompañado por dos criaturas que simbolizan los niños enfermos pobres de la Patagonia argentina, a quienes destinó la mayor parte del trabajo de su vida.

La comunidad internacional de Enfermería cuenta a partir del 9 de octubre de 2022 con un nuevo santo, canonizado por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. San Artemide Zatti, el enfermero santo de la Patagonia o el enfermero de los pobres.

Fue declarado: “Siervo de Dios” en 1980, primer paso de una serie de requisitos para la canonización, “Venerable” en 1997 con una vida conforme al evangelio, “Beato” en 2002, con virtudes previamente certificadas por el Papa, y finalmente con la canonización por el papa Francisco, el 9 de octubre de 2022 en la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, es declarado “Santo” incluyendo su nombre en el canon y reconociendo su poder de intercesión ante Dios.

Artemides Zatti, nació en Boretto, Italia el 12 de octubre de 1880; a los nueve años se ganaba el jornal como peón y su familia, |obligada por la pobreza, emigró a Argentina a principios de 1897 estableciéndose en Bahía Blanca: Vivió en la Argentina desde 1897, desde los diecisiete años hasta su muerte en 1951, en donde desarrolló una carrera como enfermero en las ciudades de Viedma, provincia de Río Negro y Carmen de Patagones, en Buenos Aires, que lo acercó a los más pobres a partir de su incorporación al movimiento de los Salesianos de Don Bosco. Adoptó la ciudadanía argentina.

Ingresó como seminarista en la casa de los salesianos, en donde estudió cinco años y un día, asistiendo a un sacerdote con tuberculosis, contrajo la enfermedad. Sus superiores lo enviaron al hospital de Viedma y como no lograba recuperarse, el joven Artémides le hizo una promesa a la Virgen: si se curaba dedicaría su vida a la atención de enfermos sin ser sacerdote. Y se curó.

Fue entonces como a los 28 años se consagró como salesiano coadjutor y dedicó la totalidad de su vida a los enfermos.

Artemides Zatti era corpulento, con pelo corto y un gran bigote, con carácter siempre alegre, y para atender a los enfermos en su domicilio recorría la ciudad en bicicleta e, incluso, cruzaba Río Negro para llegar a Patagones.

Trabajó en el Hospital San José de Viedma, en la farmacia anexa al hospital, del que después fue administrador, vicedirector y también director. Mientras hubo otro director, Zatti administraba los ingresos, gestiona los recursos humanos, compraba los insumos para dar de comer a los internados y controlaba la limpieza y si era necesario, la hacía él. Además de la responsabilidad de la farmacia del hospital, se ocupaba de la enfermería del colegio salesiano anexo y la de María Auxiliadora, así como la asistencia a los internos en la cárcel. Cada vez que el hospital estaba colmado de pacientes y no había cama para uno más, Artemide lo llevaba a su casa, lo acomodaba en su cama y él dormía en el suelo sobre una manta. Una noche no había espacio en la morgue, un paciente había fallecido y no había lugar para él. Se dice que Zatti lo cargó en sus hombros y lo depositó en su cama, mientras él descansaba en el suelo. Al siguiente día le preguntaron si había tenido miedo, inteligentemente contestó: “¿Por qué? … Dormíamos los dos… Hay que tener miedo a los vivos no a los muertos… Estos ni siquiera roncan…”.

En 1948, a los 67 años, obtuvo su matrícula de enfermero, y en 1950, tras cuarenta años de vida consagrada al servicio de los enfermos, especialmente los más pobres, Zatti se cayó de una escalera y fue obligado a hacer reposo. Después de unos meses se manifestaron los síntomas de un cáncer y murió el 15 de marzo de 1951. Artemide, es el tercer santo “argentino”, tras Héctor Valdivieso, quien desempeñó su sacerdocio en la ciudad de Buenos Aires y fue canonizado en 1999 (luego de ser asesinado en la Revolución de Asturias española de 1934), y José Gabriel Brochero, el “cura gaucho”, canonizado por Bergoglio en 2016.

Un milagro por su intercesión, que fue la curación inexplicable para la ciencia de un sacerdote argentino que padecía una septicemia múltiple y el segundo milagro -la curación de un filipino que había sufrido un ACV-, abrió paso ahora a su canonización. San Artemide Zatti es un faro que ilumina a la comunidad mundial de Enfermería. Su frase de cabecera era: “Creí, prometí, sané”.