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Lecciones aprendidas desde el liderazgo sindical en España

Por Víctor Aznar Marcén Presidente de Fuden – E-mail: directora@fuden.es

En la década de los 50 del siglo pasado, el psicólogo Solomon Asch demostró que las personas nos sentimos frágiles frente a toda opinión abrumadoramente mayoritaria y tendemos a sumarnos a ella. Para comprobarlo, realizó un experimento con unos estudiantes universitarios en el que comparaban la longitud de unas líneas rectas en una pizarra. Todos, salvo uno, eran cómplices y señalaban, sin dudar, la respuesta equivocada. En último lugar, intervenía el único observador inocente. Cada vez que realizaba el ensayo, constataba que los seres humanos estamos dispuestos a contradecir lo que vemos si quienes nos rodean afirman lo contrario. Pues esto mismo es lo que ha ocurrido, y sigue ocurriendo en muchos casos, con la enfermería: quienes toman las decisiones o los colectivos profesionales mejor posicionados son capaces de condicionar la visión que tenemos de nuestra profesión.

En España, a través de la organización sindical SATSE, decidimos rebelarnos contra esta percepción de la realidad y ocupar nuestros propios espacios profesionales, uniendo los esfuerzos de la enfermería en una organización fundamentada en la fortaleza del grupo, siendo influyentes con las administraciones y autoridades políticas y cercanos con los profesionales enfermeros.

La unidad nos permitió convertirnos en un colectivo con capacidad de diálogo e interlocución. La fortaleza de la mayoría nos permitió influir en la toma de decisiones y reforzó nuestra voz en las mesas de negociación, en las que aportamos la perspectiva enfermera como protagonista de la salud de las personas. Además, la posición conquistada por SATSE como sindicato mayoritario de la sanidad española, posibilitó la mejora de nuestras condiciones laborales.

Paso a paso, conseguimos que las enfermeras tuvieran su propia consulta en Atención Primaria, que se reconociera nuestra carrera profesional o que pudiéramos prescribir medicamentos, entre otros muchos logros. Todo esto, gracias a que planteamos las reivindicaciones desde la base, contando con todas las enfermeras, trabajando en equipo y pensando en responder a las demandas de salud de la sociedad.

Lógicamente, la realidad no cambia de un día para otro. Lograrlo requiere liderazgo y capacidad de comunicar a la sociedad la necesidad de que cuenten con la enfermería. La actual pandemia ha demostrado que es el momento de apostar por los cuidados enfermeros para promover el bienestar de la población, reducir las desigualdades y la vulnerabilidad. Nuestra responsabilidad es pedir la palabra para advertir que la enfermedad sale muy cara para la población y para las cuentas de las administraciones públicas. En sentido contrario, la promoción de la salud que realizamos las enfermeras permite prevenir la enfermedad y, en consecuencia, ahorrar costes para el sistema. Esta es nuestra fortaleza, pues, como ha demostrado el coronavirus, la salud es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos y debe ser prioritaria para las administraciones. En este contexto, los protagonistas somos los profesionales de enfermería, tal y como ha reconocido la OMS en numerosas ocasiones.

Estos mismos propósitos los veo reflejados en el trabajo que está realizando la Asociación Paraguaya de Enfermería y en sus aspiraciones para mejorar la posición de las enfermeras, a través del liderazgo, con el fortalecimiento de su presencia en los espacios de poder y toma de decisiones. ¿Cómo podemos lograr estos objetivos? Esta es mi respuesta: convirtiéndonos en el interlocutor válido entre la administración y la población, siendo capaces de trabajar con  horizontalidad, creando redes y generando oportunidades para todas las partes desde la acción sindical. Así construimos el liderazgo sindical en España, sentándonos a negociar sin considerar a nadie nuestro enemigo, siendo conscientes de que ganar no supone destruir la propuesta del otro sino la posibilidad de generar oportunidades para todos. Esta es la lección que aprendimos y esto fue lo que nos convirtió en un interlocutor clave e imprescindible para todos. Gracias a ello, nos mantuvimos en una conquista permanente de nuevas áreas de influencia.

Hoy, la conquista de nuevos espacios sigue siendo el reto de la enfermería, tanto en España como en el resto del mundo. Tenemos la oportunidad de emplear el cuidado como un instrumento de rebelión contra la realidad que nos tratan de imponer desde fuera y como un método para ocupar los ámbitos donde somos importantes para la ciudadanía. Las enfermeras sabemos que tenemos la posibilidad de conseguir un mundo mejor y más justo y que lo podemos lograr con nuestro trabajo conjunto, buscando un objetivo común: la salud de todos. La capacidad de transformación del trabajo colectivo permite saltar los mayores obstáculos; la capacidad de liderazgo permite hacer frente a las dificultades, aunque parezca imposible salvarlas. Estas son las herramientas que podemos utilizar, entre todos, para lograr que las enfermeras seamos el colectivo mayoritario del experimento de Solomon Asch. No permitamos que sigan contradiciendo lo que es una realidad evidente: la importancia de los cuidados. Seamos capaces de transmitir a todos los profesionales, a las administraciones y a la sociedad la necesidad de apostar por las enfermeras. El cuidado es nuestra rebelión.