Cada 10 de octubre se conmemora el día mundial de la salud mental, esta fecha tiene el propósito de generar conciencia en torno a la importancia de la salud mental. En el 2001 la Organización Mundial de la Salud- OMS- dedicó su informe anual a la Salud Mental bajo el lema: “Nuevos conocimientos nuevas esperanzas” este informe hacía un balance global acerca de la situación de la salud mental a nivel mundial.
Después de 20 años volvemos a acceder a un informe mundial sobre Salud Mental bajo el título: “Trasformar la salud mental para todos”, en el cual se exhorta a los países a dar una mirada de revaloración de la salud mental atendiendo principalmente los ejes relacionados a los contextos y el fortalecimiento de los sistemas de atención a la salud mental. Haciendo una revisión del informe actual podemos decir que la situación de la salud mental a nivel mundial no solo no ha mejorado, sino que ha venido sufriendo un deterioro cada vez más importante. Podemos leer en el informe mencionado que como promedio mundial el gasto público en salud mental es apenas del 2% del presupuesto otorgado a la salud, es decir, sigue siendo la cenicienta del sistema de salud. Además, de exiguo el monto destinado a la salud mental, el sistema de atención en nuestro país está dominado por la modalidad hospitalaria psiquiátrica- manicomial.
El sufrimiento psíquico, los malestares emocionales, las enfermedades mentales constituyen una realidad que crece de forma acelerada. Los cuadros de depresión y ansiedad, así como la tasa de suicidio tienen una tendencia importante al incremento, sobre todo en la población joven. Además, los problemas de salud mental son la principal causa de discapacidad en el mundo. (OMS, 2022)
La Pandemia del Covid -19 como catalizador
La pandemia por el Covid 19 fue un catalizador que aceleró el proceso de precarización exponiendo de forma visceral la imposibilidad de los sistemas públicos de dar respuesta a las necesidades en el campo de la salud de la población en general xy de la salud mental en particular.
El progresivo desmantelamiento de los sistemas públicos de salud y educación que desde los años 80-90 se viene realizando, especialmente en América Latina, dando lugar a procesos de privatización, abiertas y encubiertas, fue el escenario en que la pandemia por el Covid 19 irrumpió en el escenario local dejando en evidencia que derechos fundamentales como la salud y educación son intransferibles. Por supuesto que, los Estados no son entes neutrales, sino que responden a intereses de determinados sectores. En nuestro país el Estado paraguayo hace décadas que se encuentra capturado por una oligarquía mafiosa que opera solamente en función a sus intereses.
La pandemia no sólo dejó cientos de miles de muertes, aproximadamente 19.597 personas en nuestro país, sino además familias endeudadas, en situación de duelo, muchas experimentaron la pérdida de más de un ser querido, al mismo tiempo un sector importante de personas con enfermedades con otras etiologías debió resignar sus respectivos tratamientos debido a la prioridad de salud emergente como fue el coronavirus.
Insistimos, la pandemia vino a correr el telón para mostrarnos de forma visceral que el gasto de las familias en el cuidado de la salud (gasto de bolsillo) de sus miembros sigue siendo extremadamente alto debido a un sistema de salud público insuficiente a la hora de dar respuestas al derecho a la salud.
Encarecimiento de la vida y salud mental
Y si esta penosa realidad la enlazamos con los bajos niveles salariales de las mayorías trabajadoras, los altos niveles de desempleo, la precarización y flexibilización laboral, las horas perdidas en un servicio de transporte público de pésima calidad, el inexistente tiempo para el ocio así como la ausencia de propuestas recreativas accesibles a toda la comunidad, las tareas de cuidado que siguen recayendo sobre las mujeres, nos encontramos con un escenario extremadamente amenazador para la salud mental de la mayoría de las personas.
En Paraguay los altos índices de informalidad en el empleo equivalen a la sobrevivencia diaria sin marcos regulatorios y protección social, ya que están vedados para las personas que trabajan en este tipo de contratos laborales. No más auspicioso, es la situación para los trabajadores en contextos de formalidad ya que el vacío institucional en relación a la protección de trabajadores y trabajadoras a la hora de vulneración de sus derechos, es una constante para la mayoría de las personas que viven de su trabajo. La no ratificación del estado paraguayo del convenio 155 de la OIT, el cual constituye una normativa legal que protege la seguridad y salud de los trabajadores y medio ambiente de trabajo muestra el nulo interés de este estado en garantizar derechos fundamentales, como la seguridad y la salud integral de las personas en los espacios laborales.
Ante este cuadro de situación, el aumento de los cuadros de depresión y ansiedad durante la pandemia resulta un hecho casi inevitable. Paraguay ocupó el cuarto lugar, en la región en cuanto a las condiciones de mayor vulnerabilidad en salud mental, en el periodo de pandemia, a nivel mundial este aumento alcanzó el 25%.
Destrucción del medio ambiente y la salud mental
Los incendios, las altas temperaturas, las sequias, las inundaciones, el deshielo de los glaciares no es natural, es producto directo del modo de producción actual: el sistema capitalista es irracional, depredador, caótico, patologizante y criminal.
El calentamiento global, causa principal del cambio climático en nuestro planeta constituye una amenaza no solo para la fauna, flora, el ecosistema marítimo, los bosques y selvas sino para los seres humanos y su salud.
El aceleramiento del cambio climático en el planeta constituye una amenaza cada vez más grave para la salud mental y el bienestar psicosocial, ya que es causante de malestares emocionales, depresión, ansiedad, conductas suicidas. «El impacto del cambio climático está agravando la situación ya de por sí sumamente complicada en que se encuentran la salud mental y los servicios de salud mental a nivel mundial. Casi mil millones de personas viven con trastornos mentales, pero, en los países de ingreso bajo y mediano, tres de cada cuatro personas no tienen acceso a los servicios necesarios». (OMS, 2022)
Sumado a la precariedad e inaccesibilidad a los servicios de salud mental, una reciente investigación llevada a cabo por la revista científica The Lancet da cuenta que la estigmatización y la discriminación hacia las personas que sufren algún tipo de enfermedad mental es uno de los principales obstáculos a la hora de buscar la recuperación de las mismas, como así también, señala que la mejor manera de buscar restablecer el equilibrio roto es a través de la interacción social.
Medios digitales: Posverdad y salud mental
Como nunca antes el acceso a la información por medios tecnológicos fue tan masivo como en este tiempo, podemos acceder en tiempo real a hechos que están ocurriendo en cualquier parte del mundo, pero el acceso a la información no conduce necesariamente a mayor conocimiento. Las personas estamos sometidos verdaderamente a un bombardeo de noticias de forma permanente.
Resulta relevante para la salud mental, sobre todo el de una forma especial de comunicación que se basa fundamentalmente en informaciones falsas con una gran dosis de carga emotiva, claro que las noticias falsas no es un fenómeno nuevo, pero las dimensiones que alcanza y el efecto que produce, mediante el desarrollo actual de las TICs, constituye un hecho preocupante ya que disgrega el pensamiento, exacerba las emociones por encima de la racionalidad conduciendo a tomar posiciones contraproducentes con respecto a temas sensibles para la vida de las personas, dispone a confrontaciones violentas.
Son campañas mediáticas pensadas y ejecutadas en los centros hegemónicos de poder político y económico, que cala en las subjetividades produciendo los cada vez más numerosos movimientos pro y anti. Movimientos anti cambio climáticos, pro familias, anti vacunas y así la lista sigue según sean intereses.
Es que resulta imposible seguir sosteniendo un orden social que cada día produce el empeoramiento de las condiciones de vida de las personas y de ahí las teorías basadas y sostenidas desde la movilización del miedo apelando a las emociones. Constituye una estrategia clave utilizada por el poder político y económico para la disgregación psíquica y social.
¿Es un callejón sin salida o tenemos alguna escapatoria?
Nuestras vidas- incluidas nuestras formas de pensar, sentir y actuar- se encuentran determinadas por las estructuras de poder que son construidas de forma histórica, es decir que no responden a voluntarismos ni son eternas.
En la forma de organización actual de la sociedad, a nivel mundial y local, dominado por la mercantilización de todo lo que existe en el planeta, incluida la salud mental, solo podemos encontrar paliativos de baja calidad capturados, en mayor o menor grado, por las industrias farmacéuticas mediadas por la patologización y medicalización de la vida cotidiana.
La salida no es individual, es colectiva e implica la trasformación de los cimientos sociales, requiere de organización en todos los niveles y con todos los sectores. Volver a discutir en cada espacio que nos toca lo obvio, lo que hemos naturalizado, dejar de repetir categorías de profundo contrabando ideológico como el “bournout” de los profesionales y hablar de explotación laboral.
Buscar alternativas comunitarias a problemas que el sistema nos asegura que son “individuales”. Un niño que no tiene quien le ayude con sus tareas, porque los adultos de su casa trabajan todo el día, requiere una salida de otros adultos. El ejemplo de las ollas populares, durante la pandemia, debe extenderse organizadamente a otros planos de la vida de las personas, rescatando los mejores atributos de esas iniciativas como la solidaridad, la colaboración, el trabajo comunitario.
En definitiva, tenemos que politizar de nuevo los espacios, identificando las causas de los malestares, discutiendo acerca de la realidad con los pacientes, con los colegas, con sus familias, con el entorno, con la comunidad. Fomentando lo que estamos convencidos es lo que puede mostrarnos la luz para la salida, organizarnos en torno a un proyecto común emancipador.